A partir de la lectura casual de un artículo podemos hacer algunas reflexiones del hoy y la perpectiva cercana para el acceso al agua en cantidad y calidad.
Hace poco encontré un artículo de enero de este año, en la revista Humboldt firmado por Juliana Vaz, que abrió algunas puertas para pensar cuestiones del agua a partir de como vivimos. Se denuncia en el artículo el uso de grandes volúmenes de agua por parte los productores en una zona de Chile (Valparaíso) que es azotada por una larga sequía. Estos productores son los dueños de plantaciones de palta (aguacate en el artículo) de la variedad Hass para más datos. Según las fuentes de la autora de la nota, voluntarios de ONGs y docentes universitarios chilenos, la producción de 1 kg de palta requiere 1.000 L de agua. Algo relativo según los palteros si se compara con los requerimientos de producción de otros vegetales como por ejemplo la cereza (1.200 L) y la aceituna (¡¡¡3.000 L!!!).
Lo que queda al desnudo, además, es un sistema muy especial de concesión del agua para los particulares que rige Chile hace 35 años. El agua se puede, según datos de ofertas en internet del 8/6/2023, comprar (Río Rapel, Valparaíso 100 L/s) y vender (Río Aconcagua, Valparaíso 1 L/s) habiendo desarrollado una aceitada red de empresas intermediarias. Hasta aquí las directivas del mercado en su máxima expresión, hasta que una crisis hídrica prolongada y perspectivas de aumento de la producción de palta ante el aumento constante de la demanda pone a la sociedad de Valparaíso ante un escenario de empeoramiento de la crisis. Una propuesta de incluir en la constitución chilena la posibilidad de intervención del Estado en situación de crisis como esta, cayó con el fracaso de una nueva constitución en 2022. Quedan los camiones con agua recorriendo las calles de las ciudades como proveedores para que no alterar la producción que en el período 2022-2023 será de 155.000 Ton (el 68,7% a Europa).
Los productores y comercializadores mediante una asociación independiente, el Comité de Paltas de Chile, no tardó en responder rechazando los volúmenes atribuidos por los críticos, sosteniendo que estos valores son de 410 L/kg de palta gracias a la tecnificación de última generación (https://paltahass.cl/palta-hass-la-historia-detras-del-tesoro-de-los-chilenos). Su campaña se basa en combatir los supuestos mitos de lo expresado antes sobre el consumo de agua, pero también haciendo énfasis en las innegables propiedades saludables y nutritivas de la palta. También se sostiene que el cultivo de la palta garantiza la sustentabilidad al ser “carbono-neutrales, porque sus plantaciones capturan más carbono del que genera su producción y comercialización.”
El artículo de enero también señala un punto sobre el que debemos reflexionar mirando al futuro, y es el relacionado con las modas de las grandes ciudades que, en un marcado esnobismo muestra la preferencia de una fruta (especialmente la variedad Hass) “con tamaño ideal para el consumo individual”, las excéntricas propuestas de los chefs (también de moda) empujando a un modelo de consumidor individualista-saludable-exitoso y “millennial”. Entendemos que el bienestar y su búsqueda válida debe ser garantido por los gobernantes, pero los límites biofísicos dados por los ecosistemas están señalándonos escenarios críticos para la existencia con un punto de no retorno más cercano que lejos.